A casi dos meses vista de las próximas elecciones europeas, la desinformación está adquiriendo una importancia creciente en la vida política europea debido a la perversa influencia que podría tener en los resultados electorales.

Durante años, las consecuencias perjudiciales de la desinformación han sido motivo de preocupación para la opinión pública en general y para los políticos en particular. La sociedad democrática y nuestro modo de vida cosmopolita se están poniendo en tela de juicio. La extrema derecha y otras fuerzas extremistas europeas, así como regímenes autocráticos de terceros países, están forjando alianzas para llevar a cabo campañas de desinformación que socavan el proyecto europeo, utilizando para ello medios sociales y algoritmos. En esta campaña malintencionada, la tecnología es su principal herramienta..

Necesitamos una estrategia multifactorial para proteger la democracia y contrarrestar la desinformación, contra la que la tecnología existente puede ayudarnos en la lucha. Es fundamental que las tres vertientes de la lucha digital (desinformación, amenazas híbridas y ciberseguridad) se combinen de manera eficaz, creando sinergias y mejorando la seguridad, sin olvidar el respeto del Estado de Derecho.

Asimismo, es esencial regular la creación y el funcionamiento de los algoritmos para que cada persona pueda decidir si acepta o rechaza determinadas características algorítmicas y encontrar el equilibrio adecuado entre los derechos fundamentales de las personas, por una parte, y los derechos de propiedad intelectual de las empresas, por otra. Es inaceptable, empero, que las empresas tecnológicas obtengan beneficios de la manipulación y los discursos de odio. Los intereses privados no pueden prevalecer sobre el interés público.

Es esencial que dispongamos de información pública, plural e independiente en todas las lenguas de la UE, que se remita a hechos indiscutibles relativos a la promoción de la información nacional, regional y local en los Estados miembros.

Entre los proyectos figura la creación de un canal de noticias público europeo, disponible en diferentes plataformas y seriamente comprometido con la independencia editorial, que permita a la ciudadanía europea acceder a la información que necesita para tomar decisiones con conocimiento de causa. La clasificación del periodismo como bien público europeo, tal como propone la UNESCO, y la intensificación de las formas de defender a los periodistas son medidas que deben adoptarse.

En cuanto a la alfabetización y la capacitación del público en general, resulta esencial seguir el excelente ejemplo de Finlandia en la promoción del pensamiento creativo de las personas, lo que requiere medidas que proporcionen herramientas de fomento de la alfabetización mediática, cultural y democrática en todos los niveles educativos y orientadas a todos los grupos de edad y minorías.

La democracia es el gobierno del pueblo por el pueblo y la mejor manera de protegerla es que la ciudadanía exprese su deseo firme de vivir en una democracia.

El modelo social europeo, a través de la inclusión y cohesión social y regional, la igualdad y la solidaridad, constituye la manera más eficaz (y racional) de que las personas sientan que su bienestar general va de la mano de la democracia y, por lo tanto, se inclinen por luchar contra la desinformación.

Para proteger la democracia urge adoptar un enfoque más profundo, una estrategia integral y una mejor regulación a escala europea de las múltiples dimensiones de este fenómeno. Todo ello se trata en el Dictamen TEN/830.

Carlos Trindade, miembro del CESE