«Toda mi vida me ha fascinado la brecha existente entre las apariencias y la realidad. Las cosas nunca son exactamente lo que parecen» (Norman Davies).
CESE Info: La UE se encuentra en un punto de inflexión, preparando la Conferencia sobre el Futuro de Europa. En el transcurso de los cambios acaecidos durante la crisis pandémica han salido a la luz algunas fuerzas centrífugas, especialmente en Europa Central y Oriental, que podrían poner en peligro la integración europea. ¿Qué opina al respecto?
N. D.: Como historiador diría que nos hallamos permanentemente en un punto de inflexión. Siempre hay algo que cambia y se mueve en direcciones diferentes de lo que pensábamos. De hecho, de los cambios que se han producido en Europa occidental en los últimos cinco años, el mayor de todos es la salida del Reino Unido de la Unión. Y, desde mi punto de vista, el Reino Unido se está desintegrando. Creo que dentro de poco no existirá el Reino Unido, que será sustituido por algo distinto. En cuanto a Europa central, no teníamos ni idea de que una parte sustancial de su población estaba insatisfecha con los cambios acaecidos a partir de 1989 y, por supuesto, no teníamos nombre para ese descontento. Por entonces no habíamos oído hablar del populismo. Además, no nos dimos cuenta de que las cosas que empezaban a suceder en Polonia tenían equivalentes en otros países. En aquel momento Trump no era presidente ni el Brexit suponía una amenaza. Ahora sabemos que estábamos equivocados. Estas tendencias populistas coexisten paralelamente en muchos países. Hoy en día están en entredicho la propia Unión Europea y la estabilidad internacional en general.
Por lo que se refiere a las fuerzas centrífugas en el seno de la UE, diría que sin duda existen pero no solo en torno a Hungría y Polonia, sino que también actúan en el corazón de la zona del euro y tienden a separar a los países más ricos de la Europa del norte de las economías más frágiles del sur.
CESE Info: En relación con la Conferencia sobre el Futuro de Europa, ¿cuál considera que debería ser el elemento más importante de la labor de la UE?
N. D.:: El elemento más importante es la cultura de la cooperación, que se opone a la idea más antigua de que cada nación tiene derecho a guiarse por lo que los franceses llamaban égoisme sacré, el «egoísmo sagrado» de los países. La Segunda Guerra Mundial demostró que ese derecho a comportarse de manera egoísta y perseguir los «intereses nacionales» propios a toda costa era destructivo para todos (y lo sigue siendo); la sustitución del egoísmo nacional por la cultura de la cooperación es el logro más valioso de la comunidad europea. Resulta bastante claro que algunos Gobiernos y colectivos quieren volver a perseguir sus propios intereses nacionales. Pero estoy profundamente convencido de que se equivocan. Como reza un dicho inglés, «o nos mantenemos unidos o pereceremos separados». Esta es la clave de la supervivencia del movimiento europeísta y de la paz prolongada que hemos disfrutado.
CESE Info:El presidente François Mitterrand y el canciller Helmut Kohl son recordados como dos figuras políticas históricamente importantes al frente de Francia y Alemania. En su opinión, ¿hay en la actualidad dos o más países así que puedan encabezar la lucha contra los egoísmos nacionales? ¿Quién puede asumir una función de liderazgo en Europa?
N. D.: No los hay: creo que en Europa el liderazgo ha sido débil. Lo hemos visto con la pandemia, que no se ha gestionado bien en Europa. El liderazgo franco-alemán pudo ser esencial en los albores del movimiento europeo, hace cincuenta años. En la Europa de los Seis, Francia y Alemania eran, con diferencia, los mayores Estados miembros —con permiso de Italia— y era natural que estos dos países, que lideraron el proceso de reconciliación tras la guerra, proporcionasen el impulso inicial al proyecto. Pero esto ya no es así. Actualmente hay 27 Estados miembros y hace falta una mayor cohesión. Es de esperar que el liderazgo brote de varias fuentes y no sea únicamente franco-alemán. Hay buenos motivos para ello.
Francia es uno de los países más amenazados por el populismo. Marine Le Pen está ganando terreno y el Sr. Macron no es muy fuerte políticamente. Así que es poco probable que Francia pueda asumir el liderazgo. Alemania, por su parte, atraviesa grandes turbulencias con la marcha de Angela Merkel. Europa debe encontrar muy pronto un liderazgo efectivo en otros lugares. De no ser así, el futuro se asemejará a una tertulia televisiva más que a un programa de acción.
CESE Info: ¿Qué opina del papel de la sociedad civil en el debate sobre el futuro de Europa? El 19 de abril de 2021, la Comisión Europea y el Parlamento Europeo pusieron en marcha una plataforma para que la ciudadanía exponga sus interrogantes sobre los sueños que alberga en torno al futuro de Europa. ¿Qué papel cree que pueden desempeñar los ciudadanos y ciudadanas en este debate?
N. D.:: Evidentemente, la sociedad debe desempeñar un papel, pero genera miles de opiniones divergentes y nunca suscitará por sí sola una acción eficaz. La sociedad debe estar dirigida por líderes políticos que comprendan los temores y aspiraciones de la gente: en ausencia de este liderazgo, la propia sociedad es víctima de charlatanes y extremistas. Sin duda es bueno solicitar la opinión de la ciudadanía, pero el juego político requiere algo más que eso. Hay que inspirar y movilizar a la sociedad a través de dirigentes, partidos y movimientos dinámicos, además de, por supuesto, buenas ideas.
CESE Info: ¿Qué resultados cree que puede arrojar la Conferencia sobre el Futuro de Europa? ¿Hay perspectivas de que se produzcan progresos durante la Presidencia francesa? ¿Recuerda lo que sucedió tras la Convención Europea de 2002-2003, encabezada por el presidente francés Giscard d’Estaing, que elaboró una Constitución de la Unión Europea posteriormente rechazada mediante referéndum por Francia y los Países Bajos en 2005?
N. D.: Soy historiador, no astrólogo. No puedo predecirle lo que está por venir, pero, en general, las conferencias no son órganos decisorios, a menos que se trate de conferencias ejecutivas como Yalta o Potsdam, donde sí se acordaron decisiones internacionales importantes. Lo que la mayoría de las conferencias puede hacer es crear un determinado estado de ánimo, un clima o ambiente político que aliente o desaliente a los participantes. Cabe esperar que una buena conferencia mejore el talante y anime a los dirigentes a actuar. Pero es raro que una conferencia actúe como tal.
En cuanto al Sr. Giscard d'Estaing, sí, lo recuerdo bien (era de un pueblo de Auvernia donde vivían buenos amigos míos). Pero ¿cabe atribuir el fracaso de la Constitución de la UE a la Convención? No es tan sencillo. Hubo alguien que no hizo los deberes.
CESE Info: El pasado 1 de mayo se cumplieron diecisiete años de la ampliación de la UE a diez nuevos Estados miembros, a los que posteriormente se añadieron otros tres. Al cabo de este tiempo, ¿cómo valora dicho proceso?
N. D.: Aquella gran ampliación conllevó grandes esperanzas de que la paz y prosperidad de las que Europa occidental había disfrutado en los treinta o cuarenta años anteriores se extendieran hasta el otro extremo del continente, algo que en muchos sentidos ha sucedido. Resulta muy difícil de creer que algunos países que entonces votaron a favor de su adhesión a la UE con el apoyo masivo de su población tengan en la actualidad Gobiernos con ideas completamente opuestas. Antes he hablado de la cultura de la cooperación como contraposición al egoísmo nacional, pero no todo el mundo ha aprendido esa lección.
CESE Info: Como británico, actualmente es usted nacional de un país tercero. ¿Qué enseñanzas pueden extraerse del Brexit?
N. D.: Ojalá lo supiera. En mi opinión, el Brexit fue un terrible error, que probablemente destruirá el país en el que nací. Por cierto: tengo igualmente la nacionalidad polaca, y mi esposa es natural de ese país. Así que tengo un pie en cada lado. Como siempre digo a mis amigos polacos, la situación de Polonia puede ser mala, pero no es tan amenazante como la de Gran Bretaña. Polonia no va a desintegrarse en el futuro previsible, mientras que el Reino Unido probablemente sí. Hace unos días di una conferencia en Armagh, en Irlanda del Norte, y la trayectoria está bastante clara: Irlanda del Norte evoluciona hacia su integración en la República de Irlanda. El Brexit destruyó la unión con la UE, pero también está destruyendo la unión de Inglaterra con Irlanda del Norte y con Escocia, y a la larga también con Gales. El Brexit estuvo impulsado desde el principio por un nacionalismo inglés egoísta, y acabará produciendo una Inglaterra más pobre y más débil, privada del apoyo del resto de naciones de nuestras islas. La falta de cooperación lleva a la desintegración. Desde mi punto de vista, todos estos movimientos populistas están, como suele decirse, «serrando la rama en la que están sentados»: preparando su propia catástrofe. Por el momento no tengo claro hacia dónde van las cosas en la UE, más allá de constatar que la Unión tiene muchos problemas. Antes del Brexit el Reino Unido y la UE se disputaban una carrera por ver quién se hundía antes. Después del Brexit, sé que el Reino Unido va ganando esa lamentable competición: es improbable que la UE se hunda antes que el Reino Unido. Avistándola desde esta isla, siento celos de la UE ya que sus problemas son menos acuciantes que los nuestros.
CESE Info: ¿Podemos seguir el rápido ritmo con el que el presidente Joe Biden está gestionando cambios y reformas en los Estados Unidos? ¿Cree que ello podría tener repercusiones para la UE?
N. D.: La verdad es que sí. La derrota de Donald Trump ha sido el mayor golpe asestado al populismo en los diez últimos años. Trump era el líder mundial de los populistas, y gozaba de la adoración de determinados regímenes europeos que admiraban la manera en que definía y denigraba el orden vigente. Y perdió. Ahora ha llegado Biden y se le está dando sorprendentemente bien. Como lleva poco tiempo, resulta difícil saber si conseguirá o no éxitos de calado. Le deseo «vientos favorables». Como saben, el mundo occidental —Europa y Norteamérica— constituye un bloque político y civilizatorio, y los Estados Unidos son el país más grande y potente de dicho bloque. Lo que ocurre en los Estados Unidos nos afecta a todos.
CESE Info: Para terminar: ¿en qué está trabajando ahora? ¿Tal vez en un nuevo libro?
N. D.: Siempre estoy trabajando en un nuevo libro. De hecho, puedo hablarle de dos. El primero lo publicará en unos días en Londres la editorial Penguin: es una biografía del rey Jorge II, una «historia continental» de un monarca británico que reinó de 1727 a 1760, al que llamo simplemente por su nombre completo de «Jorge Augusto». Fue el soberano de un Estado tripartito: el Reino de Gran Bretaña, el Reino de Irlanda y el Electorado de Brunswick-Luneburgo —también denominado Electorado de Hannover— en Alemania. Jorge Augusto fue un importante príncipe elector del Sacro Imperio Romano Germánico, además de ser un monarca británico, y reinó muchos años en un período en el que Gran Bretaña se convirtió simultáneamente en la primera potencia naval del mundo y en el principal promotor del comercio de esclavos. A la mayoría de los británicos no les resulta familiar la idea de que un monarca británico pudiera regir al mismo tiempo un Estado situado en el continente europeo. Así que he escrito un libro breve que seguramente resultará bastante polémico.
Ahora que he terminado de escribir sobre Jorge Augusto, estoy ultimando una historia de la Galitzia austrohúngara, uno de esos «reinos desaparecidos». Galitzia, cuyo territorio se encuentra actualmente a caballo entre Polonia y Ucrania, estaba habitada antes de 1918 por tres grandes comunidades: la polaca, la ucraniana y la judía. Desde su desintegración, la memoria de Galitzia se ha visto distorsionada por prejuicios nacionales. Los polacos escriben sobre ella como si fuera polaca, los ucranianos como si fuera fundamentalmente ucraniana, y los historiadores judíos a veces dan la impresión de que era un planeta judío independiente. En mi opinión, la Galitzia histórica solo puede imaginarse y reconstruirse con precisión combinando sus tres elementos en el contexto austrohúngaro, y trato de lograr el resultado deseado retomando ampliamente documentos y memorias de la época.
CESE Info: Muchísimas gracias.
N. D.: ¡Muchas gracias a usted! He disfrutado mucho de la entrevista.
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