European Economic
and Social Committee
Laurenţiu Plosceanu: «No hay dimensión social sin una base económica sólida»
En cierto modo, todos nos hemos vuelto prisioneros durante estos tiempos «polipandémicos»: prisioneros de nuestra fragilidad, nuestros miedos, nuestras esperanzas...
Al fin y al cabo, el coronavirus ha desencadenado múltiples pandemias que, además de simultáneas, se refuerzan mutuamente en sus efectos perjudiciales.
Desde esta perspectiva, la Cumbre Social de Oporto de mayo de 2021 supone un valiente paso adelante por parte de las instituciones y los interlocutores sociales europeos.
Ahora tenemos una sólida hoja de ruta que debería guiar con rapidez a los Estados miembros y a la UE hacia reformas estructurales de calado, inversiones productivas, crecimiento, competitividad, empleo y mayor bienestar para la ciudadanía de la UE.
No hay dimensión social sin una base económica sólida. La competitividad y el aumento de la productividad, así como la salud y la seguridad basadas en las competencias y los conocimientos, son la clave para mantener el bienestar de las sociedades europeas. El crecimiento económico y un mercado interior que funcione correctamente son requisitos previos para reforzar la dimensión social de la UE. Ahora es el momento de reforzar los puntos fuertes de nuestro sistema europeo de economía social de mercado y de subsanar sus lagunas.
Nuestra Europa es y siempre ha sido social. Nuestra economía social de mercado es un referente mundial, que muchos admiran y algunos hasta envidian. Existe un amplio marco de acervo social que, además de establecer los principios fundamentales, orienta, complementa y coordina la legislación y las políticas sociales de los Estados miembros.
A la hora de aplicar el pilar europeo de derechos sociales, el Plan de Acción presentado por la Comisión ofrece orientaciones útiles, también en los ámbitos del empleo, las capacidades, la salud y la protección social.
Cualquier iniciativa o medida incluida en el Plan de Acción debe adoptarse al nivel adecuado, teniendo en cuenta y respetando plenamente las diferentes competencias, poderes y funciones claramente definidas que tienen la UE, los Estados miembros y los interlocutores sociales en materia de empleo y política social.
Esto significa respetar estrictamente los principios de subsidiariedad y proporcionalidad, los diferentes entornos socioeconómicos y la diversidad de los sistemas nacionales, incluidos el papel y la autonomía de los interlocutores sociales.
Acojo con especial satisfacción el hecho de que la Declaración de Oporto y el Plan de Acción se centren en el empleo y las capacidades. La sostenibilidad competitiva es el núcleo de la economía social europea de mercado, tal como afirma el Plan de Acción en su introducción. Una economía firme y resiliente, basada en la aplicación de políticas económicas sólidas en toda Europa y en el aprovechamiento del potencial de productividad de una mano de obra cualificada e innovadora, constituye la única base para una dimensión verdaderamente social e integradora en Europa.
Las transiciones ecológica y digital requerirán más inversión en educación, formación profesional, aprendizaje permanente, mejora de las capacidades y reciclaje profesional, es decir, un enfoque mejorado y pragmático de la educación y la formación.
Desde la perspectiva de la Sección SOC, las prioridades políticas y el plan de acción para este año están en consonancia con las conclusiones de la Cumbre de Oporto. Nos comprometemos a seguir trabajando con empeño y a aportar los dictámenes necesarios en nombre de los interlocutores sociales y las organizaciones de la sociedad civil. El CESE debe reforzar su papel proactivo si quiere defender y preservar los valores de la UE.
Si alguien necesitaba otra razón por la que los Estados miembros de la UE deberían coordinar las medidas a nivel de la UE de forma más duradera y estrecha para hacer frente a las crisis, basta con pensar en las consecuencias de las medidas aisladas en un contexto «polipandémico». Si no se hace en nombre de la integración europea, al menos debería poderse entender que las naciones no son capaces de gestionar mejor esta crisis por sí solas.
En cierto modo, todos nos hemos vuelto prisioneros durante estos tiempos «polipandémicos»: prisioneros de nuestra fragilidad, nuestros miedos, nuestras esperanzas...
Tenemos que liberarnos ahora, por respeto al legado de nuestros antepasados, y para la próxima generación.
Laurenţiu Plosceanu
Presidente de la Sección SOC