por el Grupo de Trabajadores del CESE

En el pleno de marzo el CESE aprobó un importante Dictamen sobre la propuesta de la Comisión de una Directiva relativa a la mejora de las condiciones laborales en el trabajo en plataformas digitales. Siguiendo la propuesta, el CESE considera fundamental insistir en la presunción de la existencia de relaciones laborales y reforzar estas disposiciones para evitar nuevas lagunas que permitan clasificar a los trabajadores por cuenta ajena como trabajadores autónomos. El Dictamen también se centra en el papel de la gestión algorítmica y en los derechos colectivos de los trabajadores de plataformas.

El debate sobre esta nueva Directiva para los trabajadores de plataformas, destinada a garantizar su clasificación clara como empleados con el fin de impedir prácticas actuales, se ha encontrado con la firme oposición de muchos empleadores en toda Europa. El rechazo frontal de muchos a la regularización del empleo precario y los falsos autónomos hace aún más evidente la necesidad de esta legislación: el problema no desaparecerá solamente con la autorregulación de la industria. Sin legislación, las plataformas seguirán actuando al límite de lo que significa estar empleado, evitando la negociación colectiva y la protección social. Al hacerlo, ofrecen mejores precios a los consumidores y, como es habitual, cargan a la sociedad en su conjunto las consecuencias nefastas y los costes ocultos.

Sin embargo, esta acción para garantizar la seguridad y la claridad jurídicas en toda Europa no es solo en interés de los trabajadores. Muchas empresas cuyas voces no han sido escuchadas y que cumplen no solo con la letra sino también con el espíritu de la legislación laboral, se enfrentan a una competencia desleal debido a estas formas de dumping social. Cuando estamos debatiendo sobre el Futuro de Europa, esto forma parte del debate: convergencia social hacia arriba o competición a la baja. Al final, la paz social que disfrutamos todos, incluidas las empresas, también depende de la cohesión social y de cierto grado de igualdad, algo que está saboteando el capitalismo depredador.

Las nuevas formas de trabajo, por su naturaleza, siempre serán un espacio discutido y el trabajo en plataformas, evidentemente, no es una excepción. Por una parte, el progreso tecnológico ofrece nuevas posibilidades organizativas y oportunidades de empleo. Por otra, esto suele ir acompañado de precariedad. De hecho, el proceso no es nuevo: desde el principio de la revolución industrial, los sindicatos nacieron como respuesta solidaria a las condiciones laborales inhumanas creadas por las fábricas. Desde entonces hay una larga historia y, en general, contamos con una fuerte protección laboral, al menos en Europa. Sin embargo, una vez más es necesaria una corrección para garantizar que la innovación no se produzca a expensas de las condiciones de vida y de trabajo de nuestros ciudadanos y trabajadores. (pbr)