El encierro supuso un extraño período de autorreflexión. Por un lado, era como un sueño hecho realidad... quedarme en casa y tener tiempo suficiente para hacer todas esas cosas que siempre quise hacer, pero para las que nunca encontraba el momento. Por otro lado, te hacía darte cuenta de lo importante que es socializar para la gente: verse, hablarse, tocarse, ver a otros seres humanos en la realidad y no en una pantalla. Y lo difícil que es vivir sin todo eso.

Esta experiencia altera tu escala de valores y te hace pensar de manera diferente. Pero también muestra nuevas formas de trabajar juntos. Es posible que después de esta crisis tengamos más reuniones en línea, que, si bien resultan mucho más fáciles de realizar, realmente no nos permiten crear nuevas ideas en común y desarrollar otras formas de cooperación.

Las lecciones que podemos y podremos extraer para nuestra sociedad serán muchas. No podría mencionarlas todas, así que me limitaría a destacar tan solo algunas en el campo que mejor conozco: el de las personas con discapacidad.

Esta crisis ha evidenciado lo mal que está la situación en los centros de asistencia permanente, donde muchas personas con discapacidad o de edad avanzada han fallecido sin que su muerte haya sido ni tan siquiera contabilizada en las estadísticas de coronavirus de algunos países. Hace cinco años, nuestro Comité elaboró un Dictamen sobre la desinstitucionalización de los sistemas de asistencia. Se han producido algunos cambios desde entonces, pero la crisis ha mostrado cuánto nos queda por hacer.

Asimismo, se ha hablado mucho de los sistemas de apoyo a los grupos más vulnerables de la sociedad, pero la crisis ha demostrado que, a pesar de todas las medidas de apoyo, las personas con discapacidad han sido uno de los primeros grupos en perder su empleo.

Una crisis ofrece una oportunidad excelente para detectar los eslabones más débiles de nuestros sistemas de apoyo, y ahora es el momento de hacer todo lo posible para reforzarlos.

El papel de las organizaciones de la sociedad civil durante esta crisis ha sido y seguirá siendo muy importante, ya que son las que se encuentran más cerca de todos los miembros de la sociedad. Las personas de diferentes grupos necesitan recibir apoyo, y las organizaciones de la sociedad civil representan el mejor lugar para que encuentren ese apoyo.

Estas organizaciones también son las que están en mejores condiciones de saber qué tipo de ayuda necesita la gente, por lo que es sumamente importante que participen en el proceso de toma de decisiones.

Como ha demostrado nuestra experiencia en el ámbito de las discapacidades, se han adoptado muchos enfoques diferentes. Algunos países han incluido a organizaciones de personas con discapacidad en los órganos gubernamentales encargados de la adopción de decisiones (Italia), y en otros les han dado la oportunidad de expresar sus puntos de vista a un nivel muy alto (España), pero en otros simplemente se ha dejado de lado a estas organizaciones (Letonia). Y esto revela la importancia que los gobiernos de los diferentes países europeos atribuyen a sus diferentes ciudadanos.