Cuando el 11 de marzo estalló en Dinamarca la crisis del coronavirus, mis colegas y yo nos pusimos manos a la obra para que nuestros afiliados pudieran afrontar el confinamiento del mejor modo posible. Muchos empleados tuvieron que trabajar desde casa, mientras que otros trabajaban en situaciones de estrés en hospitales, residencias de ancianos y otros servicios que permanecieron abiertos durante la crisis. Se necesitaban respuestas claras y una colaboración estrecha entre colegas. 

Como vicepresidenta de la Confederación Europea de Sindicatos (CES), también tuve que cooperar con colegas de otros países. Fue una gran satisfacción para mí cuando, el 14 de marzo, el Gobierno danés y los interlocutores sociales alcanzamos un acuerdo tripartito para una compensación salarial temporal. El acuerdo cubre a los trabajadores de empresas privadas que sufran especiales dificultades económicas a causa de la COVID-19.

Las empresas han utilizado el nuevo sistema de compensación salarial renunciando a los mecanismos existentes para el despido temporal sin remuneración. Se pusieron en marcha programas de ayuda para pequeñas empresas, autónomos y profesionales liberales. Algunas partes del acuerdo vencen próximamente, y estamos negociando un nuevo acuerdo para que los trabajadores sigan estando protegidos.

Yo misma he trabajado desde casa, y en seguida me convertí en una superusuaria de nuevas herramientas virtuales. Ese tiempo pasado en casa podría haber sido muy tenso por la incertidumbre ante el futuro, pero en último término me permitió centrarme por completo en mi trabajo y pasar más tiempo con mi familia. Estoy convencida de que estos últimos meses han hecho que mis colegas y yo pongamos más énfasis en nuestra misión fundamental y han contribuido a una mayor disciplina en las reuniones. Además, personalmente me han permitido concentrarme en los aspectos esenciales de mi vida.