European Economic
and Social Committee
Hungría: ayudar de cualquier manera posible
por Zsolt Kükedi, miembro del CESE (Hungría)
Como delegado de una organización medioambiental, sé que hay muy poco margen para reflexionar sobre el medio ambiente ante esta tragedia humana, y que las personas que afrontan directamente la afluencia de refugiados aprecian hasta la más leve señal de interés, compasión y oferta de ayuda por pequeña que sea.
Por mi trabajo de desarrollo regional conozco a numerosos alcaldes y dirigentes provinciales que, tras estallar la guerra, ofrecieron inmediata y desinteresadamente a los refugiados sus centros comunitarios y espacios comunes. Un pueblo de apenas 700 habitantes acogió a más de un centenar de ucranianos. Desde entonces les proporcionan comida y alojamiento y les lavan la ropa. Nada más empezar la guerra, tras regresar a mi país después del pleno del CESE, escribí a dieciocho alcaldes, concejales y dirigentes provinciales del este de Hungría para preguntarles qué estaba sucediendo en sus territorios y cómo podíamos ayudarles desde la lejana Budapest. No quería precipitarme acudiendo personalmente a la frontera, porque en los primeros días los voluntarios entusiastas pueden ser más un estorbo que una ayuda para la labor humanitaria.
Nueve de las dieciocho personas con quienes me puse en contacto contestaron. Seguramente, las demás no tuvieron tiempo de leer los correos o responder a ellos, algo perfectamente comprensible en estas circunstancias. Sin embargo, las que respondieron afirmaron sentirse reconfortadas por mi mensaje. Solo el hecho de que pensáramos en ellos y saber que somos alguien a quien se pueden dirigir les resultó una buena noticia. Alguien pidió dinero porque necesitaban mantas y detergentes. Otra persona me indicó dónde hacer donativos. Todos prometieron ponerse en contacto si la situación se mantenía y no podían seguir afrontándola desde el punto de vista económico o personal.
También participamos en otra forma de ayuda: recoger material médico y enviarlo a personas que lo necesitan y no podían acceder a él debido a la situación. Proporcionamos bolsas de ostomía procedentes del centro de trabajo de mi mujer. Las bolsas de ostomía son contenedores especiales para personas que no pueden realizar sus necesidades corporales de forma natural debido a un trastorno o enfermedad del aparato digestivo o urinario. Estas personas evacúan las heces o la orina a través de un orificio o estoma practicado en la pared abdominal, una intervención conocida como ostomía. Los pacientes necesitan una nueva bolsa cada día. No imaginábamos que tendríamos que transportar estas bolsas tan cruciales, pero nuestra vida es suficientemente compleja para entender que, en una situación como esta, también hay que donar artículos poco habituales.
En las reuniones de nuestra Sección del CESE debatimos la guerra entre Rusia y Ucrania y su impacto. Me pidieron que me pusiera en contacto con un orador situado en el campo de batalla y con un experto nuclear a fin de comprender las amenazas para las centrales nucleares ucranianas. Dado que tengo muchos conocidos personales en Ucrania por mi trabajo en el ámbito del desarrollo pude entablar contacto con Serhii Prokopenko, un joven consultor de Járkiv especialista en innovación, emprendimiento y economía. Nos habló directamente desde el campo de batalla, en un búnker de Járkiv donde se había refugiado tras el bombardeo de la zona poco antes de la reunión. Tuvo que alternar la intervención con el experto nuclear húngaro que debía intervenir a continuación dado que su conexión a internet se interrumpió. Zsolt Hetesi, investigador principal de la Universidad Nacional de Administración Pública, se dedica a la investigación sobre medio ambiente, energía y sostenibilidad desde 2005. Es uno de los líderes del Grupo de Investigación sobre Desarrollo Sostenible y Recursos, y como tal había hablado en numerosas ocasiones anteriores sobre la crisis derivada de la superpoblación y el consumo excesivo de recursos. Este experto en agotamiento de los recursos expuso la situación actual, las vulnerabilidades y las posibilidades de que se produzca una catástrofe nuclear en alguna de las cuatro centrales nucleares de Ucrania. Intentó tranquilizar a los asistentes señalando que, por el momento, estas centrales nucleares no parecían suponer un peligro inmediato para el mundo. Tras su presentación intervino Serhii Prokopenko, y mientras hablaba podíamos sentir la realidad de la guerra. Recibió grandes aplausos. La Sección sintió una empatía sincera con su relato, y nos sentimos incapaces de concentrarnos en nuestra labor habitual.
Creo que este es también un deber humanitario: conectar con las personas aisladas por la guerra y desprendernos de nuestra sensación de seguridad aparente para que el viento de la realidad nos haga sentir que también podemos hacer algo, incluso desde la distancia.