European Economic
and Social Committee
Animar para empoderar
Por Kristýna Bulvasová
En un mundo precario en el que las convicciones arraigadas se desmoronan y los valores que antes compartíamos nos dividen en vez de unirnos, hay que dar a la juventud oportunidades de participar de forma significativa aquí y ahora para abordar los numerosos problemas acuciantes que siguen acumulándose ante nuestros ojos. Los debates en el marco de ¡Tu Europa, tu voz! (YEYS) 2025 demostraron claramente que no hay un único tema que pueda considerarse «de la juventud», ya que se preocupa con razón por muchos problemas diferentes, que van desde la lucha contra la corrupción y el fomento de la igualdad hasta la necesidad de afrontar el cambio climático, escribe Kristýna Bulvasová, estudiante checa y participante en YEYS.
Cuántas veces he escuchado, como joven de la generación Z, las palabras «tu generación se enfrenta a problemas sin precedentes» o «vuestro liderazgo será clave para ayudar a resolver los retos actuales». Es mucho lo que está en juego, pero tampoco escasean los retos que afrontamos: un retroceso democrático sin precedentes, la polarización de nuestras sociedades en torno a cuestiones que antes eran «valores compartidos», la desestabilización de convicciones y sistemas arraigados, y una creciente precariedad.
Las elevadas expectativas no solo imponen exigencias a la juventud, sino también a las organizaciones de la sociedad civil, que carecen de financiación suficiente, y a su papel esencial para orientar los valores juveniles, así como a los sistemas educativos. La educación formal debe poder dotar a los jóvenes de las capacidades y herramientas que necesitan para solucionar los problemas y convertirse en los líderes actuales y futuros. Me temo que muchos sistemas educativos son demasiado rígidos para adaptarse al siglo XXI, dado que las escuelas no ofrecen educación sobre el cambio climático ni sobre cuestiones de salud integral, como la salud mental o la reproductiva. Tampoco disponen de tecnología punta ni de un acceso adecuado para los grupos vulnerables.
Incluso la cuestión de quién debe considerarse vulnerable se ha politizado —o peor aún, se ha instrumentalizado—, lo que supone una carga adicional para los que menos pueden permitírselo y no debemos dejar atrás.
Nuestras sociedades ya no se ponen de acuerdo sobre qué significa vulnerabilidad o cómo reconocerla, algo que experimenté de primera mano mientras dirigía un taller en una escuela cerca de la frontera checo-eslovaca, donde abordé la brecha salarial entre hombres y mujeres y otras desigualdades relacionadas con el género. Alumnos y profesores reaccionaron con total incredulidad, rechazando de plano la idea de que existan desigualdades en nuestra sociedad. Esto me hace pensar que necesitamos más debates y capacitación sobre las vulnerabilidades y desigualdades existentes, independientemente del grupo de edad.
La igualdad de acceso a la educación y a las oportunidades para los jóvenes —incluidas las mujeres y niñas desfavorecidas, las personas con discapacidad y la juventud procedente de la migración— sigue siendo un sueño inaccesible. Si nuestro objetivo común es dotar a la juventud de una base sólida para realizar su potencial y sus sueños, debemos empezar a actuar. Proponer una solución no es sencillo, pero reforzar los vínculos de los Estados miembros de la UE con las sociedades civiles, especialmente las de la educación informal, podría ayudar a colmar las lagunas tras determinar en qué ámbitos hay más vulnerabilidades. A continuación, el reciclaje profesional de los profesores y de todos los trabajadores en el ámbito juvenil en las prácticas de creación de comunidades podría proporcionar un marco para algunas de las soluciones específicas y sistemáticas.
La sociedad civil ha asumido el papel de fomentar la participación ciudadana activa, pero el compromiso de la juventud en la toma de decisiones y la gobernanza democrática sigue siendo escaso. Existe una brecha clara entre sus aspiraciones y los espacios y oportunidades disponibles para alcanzarlas. Las elecciones por sí solas no dan los resultados esperados, ya que la lucha contra las culturas políticas y la desinformación en algunos países sigue siendo un reto. Sin embargo, no votar no significa carecer de opinión o de cuestiones que abordar. Para fomentar la ciudadanía activa, la juventud no solo necesita experiencias positivas de acción democrática, sino también resultados tangibles, sin que ello suponga una instrumentalización de la juventud, ni sea una acción simbólica o selectiva. Sigo confiando en que los Estados miembros de la UE serán capaces de crear estos espacios y, tal vez, superar el punto en el que la juventud tiene que esperar a que se le brinden oportunidades para comprometerse y crear en común de forma significativa. Pero esto no debe ocurrir dentro de tres, cinco o diez años. El cambio debe producirse ahora para evitar que las brechas sociales sigan ampliándose.
En la edición YEYS 2025, tuve el placer de participar en la redacción de una recomendación relacionada especialmente con el cambio climático, ya que personalmente creo que la triple crisis planetaria es uno de los mayores retos de la humanidad. El desarrollo de una estrategia coherente en materia de cambio climático para la UE fue una de las cinco recomendaciones de YEYS, junto con la lucha contra la corrupción por medio de la transparencia y la participación juvenil, la ciudadanía activa, la igualdad y la idea de «un merecido escaño para la juventud». Dado que figura en la lista de recomendaciones más respaldadas, está claro que la juventud YEYS considera que es un reto fundamental que hay que abordar. Sin embargo, esto refleja la perspectiva de un grupo de jóvenes ya empoderado hasta cierto punto y no puede extrapolarse a todos los Estados miembros de la UE. Se podría pensar que esta recomendación en concreto sería la más importante para los participantes en YEYS 2025, y sin embargo ocupó el último lugar en la votación final. Esto sirve como recordatorio de que no hay ningún tema que pueda considerarse «de la juventud». Los jóvenes están legítimamente preocupados por todos los temas de actualidad y la agenda de la juventud es intrínsecamente amplia e interseccional.
Algunos jóvenes reconocen la importancia de la protección del medio ambiente y la sostenibilidad, mientras que otros no pueden permitirse dar prioridad a estos aspectos porque luchan por cubrir sus necesidades básicas. He mencionado la triple crisis planetaria como uno de los principales retos de la humanidad, pero cuando consideramos que es necesario abordar todos los problemas importantes de manera inmediata para encontrar soluciones eficaces, el panorama cambia. El actual contexto geopolítico y la lucha de la UE por la competitividad mundial desvían la atención de los procesos de transición y los ralentizan. No obstante, en último término, ni nosotros ni las generaciones futuras tenemos un planeta de recambio en el que resolver estas cuestiones, y no podemos permitirnos seguir sobrepasando los límites planetarios.
Volviendo a lo que está en juego, la juventud, en toda su diversidad, debería poder vivir esta fase de su vida plenamente, con todos sus privilegios, retos y belleza. Sin embargo, un reciente informe de Naciones Unidas muestra un claro descenso de la satisfacción vital y la felicidad entre los adultos jóvenes en la última década. Incluso con los graves retos a los que nos enfrentamos, creo firmemente que, si podemos inspirar a los jóvenes mediante los resultados tangibles de sus acciones, tendremos una buena oportunidad de abordar problemas acuciantes y mejorar la calidad de vida de todos.
Kristýna Bulvasová es miembro de la Red Juvenil Europea de Desarrollo Sostenible. Ha sido delegada de la juventud en el Congreso de Poderes Locales y Regionales del Consejo de Europa y delegada de la juventud checa en Naciones Unidas. Fue portavoz del Foro de la Juventud checo-alemán y sigue participando activamente en el fortalecimiento de la cooperación entre ambos países. Activista juvenil centrada en la educación orientada al futuro y la sostenibilidad, Kristýna dirige actualmente la ONG checa MOB–Jóvenes Ciudadanos mientras completa sus estudios en la Universidad Carolina de Praga y la Universidad de Ratisbona. Además de participar activamente en YEYS, Kristýna fue también ponente en la Semana de la Sociedad Civil del CESE, en la sesión dedicada al Análisis prospectivo en pos de una transición justa inclusiva y un crecimiento azul y verde.