European Economic
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Kinga Joó: Las familias tienen la capacidad de fortalecer el sistema inmunitario de la sociedad
El 10 de marzo, la reunión del Comité Consultivo Conjunto UE-Serbia en Bruselas tuvo lugar en una atmósfera extraña y pesada. Al final de la reunión, todo el mundo se apresuró a ponerse en ruta. Yo volví a casa sabiendo que Europa se dirigía hacia una coyuntura muy convulsa y con la sensación de que este sería mi último vuelo por mucho tiempo. En Hungría, durante este período, la incertidumbre y la incredulidad han sido los factores dominantes entre la población. Para muchos húngaros, la gravedad de la situación se hizo evidente cuando el Gobierno anunció la cancelación de las festividades previstas para nuestra fiesta nacional, el 15 de marzo.
Al igual que muchos otros países europeos, Hungría cerró sus fronteras y adoptó diversas medidas restrictivas. La educación se impartió en línea, quienes pudieron optar por el teletrabajo lo hicieron, y se impuso el silencio en las calles y en los lugares habitualmente muy concurridos. Se declaró rápidamente el estado de emergencia, pero el país nunca llegó a estar en una situación de confinamiento total. Los espacios públicos no quedaron completamente vacíos ni se dictó una prohibición estricta de no salir de casa. Donde nosotros vivimos, por ejemplo, nuestra heladería favorita de la esquina permaneció abierta sin interrupción, para gran alegría de mis hijos.
Y qué indispensables han sido estas fuentes de consuelo para nuestros pequeños héroes durante este período de cuarentena. De hecho, a su nivel y dentro de los límites de sus capacidades, los niños han ayudado a proteger eficazmente a nuestra familia. Encerrados entre cuatro paredes, trataron de jugar sin ruido, renunciaron a su fiesta de cumpleaños y se sentaron durante horas delante de la pantalla (cuando antes les decíamos que no pasaran tanto tiempo así). Además de los niños, las personas mayores también se han visto condenadas en gran medida al aislamiento. En muchos sitios, las autoridades locales y las organizaciones de la sociedad civil se han organizado bien para prestar asistencia a las personas confinadas en sus hogares. Sin embargo, en bastantes casos han sido los miembros de la familia quienes se han tenido que hacer cargo de la situación.
Por mi parte, la lección que he aprendido en las últimas semanas es lo sumamente importante que son la familia y los lazos de parentesco cuando se producen crisis de este tipo. Se ha visto claramente que las familias tienen la capacidad de fortalecer el sistema inmunitario de la sociedad, pero a la vez hemos comprendido lo vulnerables que son y lo mucho que se ven necesitadas de ayuda. A este respecto, las organizaciones de la sociedad civil tienen un papel fundamental que desempeñar. Y en nuestra asociación también ha sido interesante comprobar que, más allá de las distintas modalidades de ayuda práctica (como las donaciones, el apoyo logístico o la asistencia escolar), se ha hecho palpable la necesidad de asistencia en materia de salud mental.