CESE Info: Ante la guerra de Rusia contra Ucrania, asistimos a una movilización sin precedentes de la sociedad civil que trabaja intensamente para ayudar al pueblo ucraniano. ¿Cuáles son los ámbitos con acciones más destacables en esta enorme oleada de apoyo humanitario a Ucrania: ayuda humanitaria, transporte, educación, alojamiento, escuelas, aprendizaje de lenguas extranjeras? ¿Qué lecciones podemos extraer como ciudadanos que afrontan una tragedia humana?

David Stulík: La oleada de solidaridad y apoyo a Ucrania en la UE no tiene precedentes y, como tal, genera la esperanza de que los valores europeos acabarán prevaleciendo sobre la barbarie, la crueldad y la fuerza bruta rusas.

Es muy conmovedor y emocionalmente alentador ver toda la ayuda humanitaria que los europeos están prestando a Ucrania. Sin embargo, debemos ser conscientes de algunas cuestiones que la sociedad civil de la UE debe tener en cuenta.

En primer lugar, al ayudar a los refugiados ucranianos para cubrir todas sus necesidades (alojamiento, educación de los niños, empleo), estamos afrontando las consecuencias de los aborrecibles actos y los crímenes de guerra cometidos por la Rusia de Putin. No obstante, tenemos que abordar los motivos de estas atrocidades. Y deben buscarse en la propia existencia del régimen de Putin, que aún goza de un amplio apoyo entre el pueblo ruso.

Si conseguimos detener esta situación, también detendremos el flujo de refugiados ucranianos hacia Europa. Los ucranianos estarían más que encantados de permanecer y vivir en paz en su país de origen.

Esto me lleva al segundo elemento que, en mi opinión, requiere el impulso de la sociedad civil europea. Entre todos tenemos que poner fin a las acciones irracionales de los dirigentes rusos.

Debemos comprender que también nos están atacando, y no solo a Ucrania. La propaganda rusa presenta a la UE y a la OTAN como sus grandes enemigos, que utilizan a Ucrania como un títere contra Rusia.

Dicho esto, es lógico preguntarse: ¿cómo detener la Rusia de Putin? Las sanciones económicas por sí solas no provocarán un cambio de régimen en Rusia.

Me temo que la única solución para detener a Putin es la derrota militar de sus tropas en territorio ucraniano. Esta debería ser ahora nuestra prioridad absoluta: poner fin al asesinato de civiles inocentes en Ucrania e impedir que la guerra se propague a otras partes de Europa. No cabe duda de que el comportamiento y los planes agresivos de Rusia también nos afectan, por lo menos a algunos Estados miembros de la UE, especialmente los de Europa Central y Oriental. Sí, también estamos en el punto de mira de los generales rusos como otro objetivo «legítimo».

Si no paramos ya la guerra en Ucrania, nosotros seremos los siguientes y la guerra llegará hasta nuestros países. Debemos reconocer que, de facto, ya estamos involucrados en esa guerra. Al menos así se presenta el papel de la UE y de la OTAN en los medios de comunicación rusos (censurados).

Por lo tanto, los europeos debemos hacer todo lo posible por contribuir a la victoria de Ucrania en el campo de batalla. Junto con el endurecimiento de las sanciones económicas y de otro tipo contra Rusia, debemos estar dispuestos a proporcionar al ejército ucraniano todos los medios militares necesarios que solicita.

Soy pacifista, pero estos son momentos decisivos en los que las democracias liberales deben defenderse frente a quienes pretenden destruirlas. Nuestros enemigos solo entienden el lenguaje de la fuerza y el poder militar. No debemos tener miedo ni avergonzarnos de utilizarlo, ya que está en juego nuestra supervivencia como sociedades democráticas.