«Freedom is just another word, for nothing left to lose…» (Libertad es solo otra forma de decir que no hay nada que perder...) dice una canción muy popular de música country escrita por Kris Kristofferson en 1969 y versionada por numerosos intérpretes, desde Janis Joplin a Kenny Rogers Sin embargo, en la Europa de hoy, la libertad adquiere un significado muy distinto al que se le da en la canción «Me and Bobby McGee»: tenemos mucho que perder si no la defendemos. Especialmente en Hungría.

Las personas se acostumbran muy rápido a las cosas buenas. No vuelven la vista atrás para apreciar la libertad de viajar, de prensa, de empleo o de educación en Europa, entre muchas otras. La gente de mi generación (pertenezco al bum de la natalidad, pues nací a finales de la década de los cincuenta, cuando Hungría aún formaba parte del Pacto de Varsovia) sí recuerda el largo camino que culminó con la libertad actual, desde la caída del muro de Berlín hasta la adhesión de Hungría a la UE, la familia de naciones libres, allá por 2004. Catorce años transcurrieron desde la caída del comunismo hasta que nuestro país pudo unirse a la Unión, junto con Chequia, Eslovaquia y Polonia. A mi juicio, Hungría lleva catorce años retrocediendo lentamente y quedándose rezagada. A principios de los años noventa estaba a la vanguardia de las libertades públicas y la libertad de prensa; hoy en día despuntan el populismo, la autocracia y la dictadura constitucional, todo lo cual es una contradicción.

El Gobierno de Budapest ha declarado casi abiertamente la guerra a los valores europeos comunes: su narrativa califica de enemigo a «Bruselas» y pinta a la UE como el mismísimo diablo. Y ya van casi catorce años, lo que demuestra la dificultad de apoyar cualquier campaña proeuropea, ya sea desde la oposición (o lo poco que queda de ella) o desde la sociedad civil y las ONG (también desde sus migajas). Sin embargo, nos negamos a rendirnos: nos negamos a que los valores europeos se vayan por el desagüe solo porque algunos políticos húngaros hayan decidido tocar música compuesta en la lejanía, quizá en el Kremlin.

Las últimas encuestas en Hungría siguen mostrando que casi el 68-70 % de la población en edad de votar apoya y aprovecha los beneficios que ofrecen la Unión Europea y los valores europeos comunes. La cuestión fundamental es si están dispuestos a acudir en masa a las urnas el 9 de junio de 2024. En Hungría, esta votación coincide con las elecciones municipales y, dado el descontento creciente en el país, las perspectivas no son negativas. Un voto de protesta contra las políticas gubernamentales supondrá también un voto proeuropeo.

Mihály Hardy es periodista húngaro y redactor jefe de Klubrádió