Nada más enterarse de que niños enfermos de cáncer habían sido evacuados de Ucrania, el personal de la Fundación Villavechia no dudó ni un segundo. Se ofrecieron inmediatamente como voluntarios para acoger y ayudar a los niños y sus familias. No obstante, para estar en condiciones de dispensar adecuadamente a estos niños los cuidados y el apoyo que realmente necesitaban, la Fundación tuvo que colaborar con hospitales y con muchos otros organismos y voluntarios. Juntos lograron crear un lugar seguro para estos jóvenes pacientes en Barcelona. Natàlia Ferrer Ametller ha compartido su historia con nosotros.

CESE info: ¿Qué le motivó a poner en marcha su proyecto o iniciativa?

Nos llegó la noticia de que niños enfermos de cáncer estaban siendo evacuados de Ucrania y nos ofrecimos a ayudar a las administraciones interesadas y a la organización internacional encargada de dirigir la evacuación. Cuando se nos encomendó la tarea de organizar la operación en su conjunto, la Fundación Internacional Josep Carreras se ofreció inmediatamente a ayudarnos con el fin de gestionarla conjuntamente. Muchos otros organismos ofrecieron su ayuda. No lo dudamos ni un segundo. Teníamos que ayudar en todo aquello que nosotros sabemos hacer: acoger y ayudar a niños enfermos de cáncer, y acompañar a sus familias, en coordinación con los hospitales de referencia.

¿Qué acogida ha tenido su proyecto? ¿Ha tenido noticias de las personas a las que han ayudado? (En caso afirmativo, ¿puede darnos algún ejemplo?)

Ha sido una experiencia muy intensa y hemos aprendido muchas cosas. Sobre todo, nos ha impresionado la difícil situación de las personas refugiadas. La dificultad principal fue el idioma y también algunos aspectos culturales. Pero hemos podido contar con la ayuda de muchas personas voluntarias, que han realizado una magnífica labor como intérpretes, acompañando a los niños durante toda su estancia en el hospital, en las ambulancias, en las visitas o en los trámites administrativos. Muchos de los tratamientos han evolucionado muy favorablemente y muchos niños han completado ya el tratamiento agudo y se hallan en fase de mantenimiento. Algunos de ellos han podido regresar a sus hogares. Y como muestra, una imagen, la de uno de los niños, Mykola, junto a su madre y nuestra trabajadora social del hospital. Hemos vivido momentos muy difíciles, pero el mejor regalo ha sido la sonrisa de los niños y la tranquilidad de sus madres.

¿Cómo se utilizarán estos fondos específicos para que sean de mayor ayuda en su comunidad?

Seguiremos trabajando. Tenemos tres familias cuyos hijos se encuentran aún en fase aguda debido a complicaciones del tratamiento. Entre otras cosas, necesitan vivienda, manutención, ayuda con los desplazamientos y la medicación, o incluso traducción, y las demás familias necesitan seguir sintiendo que permanecemos cerca de ellas.

¿Ya está planificando nuevos proyectos?

Si, estamos trabajando para crear el Pabellón de la Victoria, un hospital pediátrico de cuidados paliativos, que será el primero en España. Se trata de un lugar para cuidar a niños con enfermedades incurables, en fase avanzada o en sus últimos días de vida. Para ello, rehabilitaremos un edificio histórico en un lugar muy emblemático de la ciudad de Barcelona: el Hospital de Sant Pau.

¿Qué consejo daría a otras organizaciones para alcanzar buenos resultados en actividades y programas similares?

Creemos que es muy importante tener claras las necesidades y diseñar proyectos que atiendan a estas necesidades, por muy difícil que esto resulte. Hay que saber escuchar, aprender, dejarse ayudar y colaborar con otros organismos que trabajan de forma complementaria. Y también hay que saber apreciar el trabajo de los demás y avanzar todos juntos hacia un mismo objetivo.

¿Cree usted que puede decaer la solidaridad con los refugiados ucranianos si persiste la guerra en Ucrania?

Lamentablemente, la actualidad es efímera y la solidaridad que genera puede ser breve. Pero también es cierto que las personas tenemos una gran capacidad para persistir y luchar por los derechos y la justicia social.

¿Qué pueden y deben hacer las organizaciones de la sociedad civil para evitar que esto ocurra?

Pedir a las autoridades que mantengan las ayudas y refuercen el papel de los organismos de asistencia social.

¿Podría la UE desempeñar un papel positivo a este respecto?

Sí, podría formular recomendaciones a escala europea para que los gobiernos y las administraciones colaboren y faciliten el trabajo de los organismos pertinentes. No alcanzaremos nuestros objetivos si las administraciones trabajan por un lado y los organismos por otro, sin ninguna conexión entre ellos. Las administraciones públicas necesitan contar con la sociedad civil, y esta no puede ni debe mantenerse al margen. Son muchos los organismos de asistencia social que han trabajado sin el apoyo de la administración pública. Sabemos que la apertura y el trabajo en red requieren un esfuerzo, pero estamos convencidos de que esta colaboración es posible.