Por Konstantina Manoli

No podemos negar que el ejercicio del derecho de voto constituye un poderoso instrumento para expresar nuestro punto de vista e influir en las políticas. Ciertamente, a lo largo del proceso electoral en general, todos hacemos oír nuestra voz al elegir a las personas que consideramos más idóneas para representar a nuestras sociedades, nuestras convicciones y nuestros sistemas de valores. Sin embargo, las personas, en su mayoría, tienden casi siempre a infravalorar el poder del voto. Ello resulta ser especialmente cierto en nuestro caso, el de las personas jóvenes.

Insistimos apasionadamente en nuestro deseo de cambiar el mundo y crear un futuro mejor para todas las personas y las generaciones venideras. Pero la verdad es que en algún punto de ese camino empezamos a creer que nuestras opiniones, nuestros valores y nuestros ideales ya no importan o que no tenemos ningún poder, y nos damos por vencidos.

De hecho, como joven mujer griega, sé exactamente de lo que hablo. Sé lo frustrante que es cuando no se escucha nuestra voz, se vulneran nuestros derechos y nos invade un sentimiento de impotencia porque parece que no hay nada más que podamos hacer. A veces, a pesar de nuestros esfuerzos, las cosas no salen como habíamos previsto. Es precisamente en esos momentos, cuando nos rodea el vacío que dejan nuestros esfuerzos baldíos, que solemos olvidar una verdad como un puño: ¡nuestro voto es nuestro poder! Como dijo en una ocasión Barack Obama, «No hay voto que no cuente».

Lamentablemente, no creo que sea la única en haber vivido esta experiencia o que esta se deba únicamente al hecho de ser griega, joven o mujer. La verdad es que muchas personas comparten este sentimiento independientemente de su edad, origen étnico, género, religión o circunstancias personales.

Votar es hacer oír nuestra voz colectiva para dar forma al futuro que deseamos. Si tomamos las riendas podemos lograr que nuestros sueños y valores se vean reflejados en las decisiones que marcan el rumbo de nuestra sociedad. Tenemos que dar un paso al frente, porque nuestro voto es la llave que abrirá la puerta a un futuro en el que se oirá con fuerza la voz de una juventud empoderada.

Es el momento de recordar las sabias palabras de John Lewis: «Si no somos nosotros, ¿entonces quién? Si no es ahora, ¿entonces cuándo?»