«Las mujeres rurales no anhelamos pena o compasión, sino reconocimiento y valor como aliadas en los esfuerzos por lograr un desarrollo sostenible. Necesitamos oportunidades y servicios básicos de calidad para poder permanecer en nuestras tierras y seguir alimentando al mundo», afirma Luz Haro Guanga, campesina ecuatoriana y secretaria ejecutiva de la Red de Mujeres Rurales de América Latina y el Caribe (RedLAC), que intervino recientemente en el debate del CESE que lleva por título «Las mujeres y la triple crisis planetaria». En una entrevista concedida a CESE info, la Sra. Haro Guanga habla del impacto del cambio climático en América Latina y explica por qué, pese a los contratiempos observados en la COP16, no hay lugar ni tiempo para el pesimismo en la lucha por un planeta más sostenible y saludable.

Su organización, RedLAC, participó en la COP16. ¿Se siente decepcionada por los resultados de la conferencia y la falta de consenso en torno a la financiación de la protección de la naturaleza y la biodiversidad? ¿Se ha logrado algo en la COP16?

Luz Haro Guanga: Como mujer del campo, llevo luchando por los derechos de mis hermanas en las zonas rurales de mi país, Ecuador, desde los años ochenta del siglo pasado. En estos casi cuarenta años de trayectoria, he aprendido, entre otras cosas, que los procesos sociales requieren enormes esfuerzos, pero dan muy pocos resultados inmediatos y, sobre todo, hay que ser constante, coherente y persistente. Habría sido magnífico llegar a un consenso sobre la financiación de la protección de la naturaleza y la biodiversidad, pero estoy segura de que los miles de hombres y mujeres de zonas urbanas y rurales, que aportaron su granito de arena e hicieron oír su voz en la COP16, conquistaron el corazón y la confianza de quienes anteriormente no se proponían apoyar esta acción por el clima urgente.

En definitiva, no hemos logrado nuestro objetivo, pero ahora hay que seguir presionando a las autoridades de cada ciudad, comunidad y país para que tomen conciencia, muestren su voluntad de actuar, a nivel personal, técnico y político, y adopten las decisiones más apropiadas para evitar que nuestra actual inacción provoque muertes por inanición en el futuro.

¿Cómo afecta el cambio climático a las mujeres indígenas y rurales en América Latina?

Si me lo permite, quisiera llamar la atención sobre algunos aspectos de un documento elaborado por la Comisión Interamericana de Mujeres (CIM) de la Organización de los Estados Americanos (OEA) y que se basa en diálogos con setenta mujeres dirigentes de dieciséis países. El proceso de diálogo se inició en septiembre de 2024. El documento, que se presentó en la COP16, recoge los puntos de vista de mujeres rurales.

La conclusión a la que se llega es que el cambio climático es una realidad no solo en las Américas sino en todos los países del mundo y está teniendo graves consecuencias. Sin embargo, hay cuatro fenómenos climáticos que destacan por su importancia.

Sequías prolongadas: algunos países han registrado precipitaciones muy escasas durante meses, mientras que otros más meridionales vienen experimentando sequías desde hace años.

El aumento de las temperaturas muy por encima de los niveles normales: este fenómeno contribuye, junto con la sequedad del suelo, a un mayor número de incendios, algunos espontáneos y otros intencionados, pero todos facilitados por la sequía, en detrimento de los biotopos y la biodiversidad. Por ejemplo, durante la sesión sobre Brasil, se registraron trescientos incendios activos en el Estado de Piauí.

Tormentas de viento: se señaló que la lluvia es intensa e intermitente y que suele ir acompañada de fuertes vientos. Las participantes de Centroamérica, México, República Dominicana y el litoral de Colombia explicaron que los huracanes y las tormentas tropicales golpean a sus regiones cada vez con mayor frecuencia e intensidad.

Cambios en las pautas de precipitación: en todas las sesiones se pudo escuchar la expresión «llueve cuando uno menos se lo espera» y también se habló de heladas, granizadas o nevadas imprevistas en zonas meridionales y andinas. En general, se observó una disminución de las precipitaciones anuales, pero también se señaló que, cuando finalmente llegan las lluvias, estas suelen ser torrenciales, provocan inundaciones y catástrofes naturales que se cobran vidas, arrasan infraestructuras, carreteras y cultivos, y empeoran las condiciones de vida de la población, sobre todo en las zonas rurales. Una participante resumió la situación al afirmar que «a veces llueve de manera aterradora».

Además, se recurre a prácticas insostenibles que acaban con los recursos naturales. Las cuestiones más preocupantes y que se mencionaron con mayor frecuencia fueron la explotación forestal o la desaparición de bosques y manglares, los incendios forestales provocados, la gestión inadecuada de los recursos hídricos, la contaminación, la promoción de actividades productivas intensivas, expansivas, de alto consumo hídrico y contaminantes, y el uso excesivo de agroquímicos, herbicidas y pesticidas.

La inacción de algunos gobiernos locales y nacionales que no desarrollan marcos normativos para frenar las actividades destructivas y fomentar estrategias productivas sostenibles fue uno de los aspectos que más llamó la atención. Algunos países cuentan con dichos marcos, pero las autoridades no aplican las normas debido a la corrupción o por motivos que obedecen a intereses políticos personales.

Por ello, se pide a los líderes internacionales que ejerzan una mayor presión sobre los Estados para que respeten los acuerdos de biodiversidad y cambio climático que han firmado.

¿Se muestra optimista o más bien pesimista sobre el derrotero que está tomando la acción por el clima y la protección del medio ambiente? En su opinión, ¿qué hay que hacer?

Si no soñamos en grande, no alcanzaremos grandes metas. Aunque el cambio climático nos afecta y avanza a pasos agigantados, no podemos dejar de luchar para que los responsables políticos presten atención a las cuestiones fundamentales que requieren una actuación prioritaria —no solo en términos de financiación, sino también de coordinación y cooperación— y dejen de lado el egoísmo y los intereses políticos partidistas.

Soy optimista porque creo que si seguimos insistiendo, alzando nuestras voces, apoyando con perseverancia los procesos sociales a largo plazo y forjando alianzas estratégicas, tanto en las Américas como en todo el mundo, podremos influir en las políticas públicas y lograr que quienes ocupan puestos de poder o asumen responsabilidades decisorias cumplan su deber con la convicción de que urge combatir el cambio climático y frenar, al mismo tiempo, las acciones que aceleran sus efectos nocivos y destructivos para nuestro planeta, ya sean los incendios, los monocultivos, el uso arbitrario de insecticidas y productos químicos, la pérdida de las cuencas hídricas, la pesca indiscriminada, la destrucción de los manantiales o el tratamiento inadecuado de las aguas residuales, por citar solo algunos ejemplos.

Una actitud pesimista hará que nuestras voces pierdan fuerza y, a la larga, nos llevará a abandonar nuestro trabajo y nuestra lucha. A pesar de las noticias negativas, no hay tiempo que perder ni lugar para el pesimismo en la lucha por un planeta mas sostenible y saludable. Es una cuestión de vida o muerte para las generaciones actuales y venideras.

El momento de actuar fue ayer, pero hoy es un buen día para empezar a cambiar de actitud y asumir compromisos por el bien de todas las personas.

Luz Haro Guanga es una campesina de Ecuador y secretaria ejecutiva de la Red de Mujeres Rurales de América Latina y el Caribe (RedLAC), además de presidenta de la Fundación Ecuatoriana de Mujeres Rurales de Latinoamérica y El Caribe (FUNMUJERURAL-E), rama técnica de la RedLAC en Ecuador. La RedLAC es una organización social integrada por más de doscientas organizaciones de mujeres rurales de toda América Latina y el Caribe. Fundada en Argentina en 1990, su finalidad es promover una participación cívica y política efectiva de las mujeres rurales. Gracias a los prolongados esfuerzos de la RedLAC, la OEA declaró el período 2024-2034 «Decenio Interamericano por los Derechos de Todas las Mujeres, Adolescentes y Niñas en entornos Rurales de las Américas».