
Casi diez años después de que se iniciara la crisis económica y financiera, pese a los positivos indicadores que registran varios países, la Unión Europea sigue atenazada por una elevada tasa de desempleo. Pese a las mejoras recientes, el 8,6 % de la población activa, es decir casi 21 millones de personas, carecía de empleo en 2016.
Hay que abordar prioritariamente varios tipos de desempleo. El desempleo de larga duración, que representa cerca del 50 % del total, conduce a la depreciación de las cualificaciones, debilita los vínculos con el mercado laboral y aumenta el riesgo de exclusión social. Otro reto que debe afrontarse con total urgencia es el desempleo juvenil, cuya tasa superó el 19 % en 2016. Las mujeres, especialmente las madres y otros con responsabilidades familiares, siguen estando infrarrepresentadas en el mercado laboral.
El número de personas en riesgo de pobreza o exclusión social en la Unión Europea pasó de 116 millones en 2008 a aproximadamente 118 millones en 2016. Tal situación se debe principalmente al desempleo, puesto que por lo general el trabajo permite a los ciudadanos participar plenamente en la vida en sociedad, construir redes sociales y realizar su potencial. Esto también debe contemplarse junto con nuestros esfuerzos para gestionar la situación migratoria.
Donde deberíamos encontrar oportunidades, el desarrollo tecnológico, el cambio demográfico, la globalización y los nuevos modelos de producción, tienden a fomentar el dúmping social, la explotación de la mano de obra, la aparición de ideologías que rechazan la solidaridad y la erosión de los logros alcanzados por el modelo social europeo. Se pierden buenos puestos de trabajo a tiempo completo, estables, y se sustituyen por distintos tipos de trabajos irregulares, precarios o mal remunerados, de modo que ni siquiera ofrecen una vía para salir de la pobreza. Desgraciadamente, los trabajadores pobres es un concepto que no podemos ignorar en Europa.
En tales circunstancias, la edición 2017 del Premio de la Sociedad Civil del Comité Económico y Social Europeo galardona proyectos que fomentan la creación de empleo de calidad y el espíritu empresarial. Estos proyectos se centran en los jóvenes, los migrantes y otras personas con dificultades para acceder al mercado laboral.
Es un placer y un gran honor entregar estos galardones a los ganadores. Quiero aprovechar esta oportunidad para felicitarles, por supuesto, pero también para rendir un merecido homenaje a los ciudadanos y las organizaciones de la sociedad civil cuya labor y dedicación a la mejora de la calidad de vida de las personas constituye un ejemplo para todos. Sólo cinco de ellos han sido galardonados este año, pero si consideramos las numerosas y excelentes propuestas que hemos recibido, la sociedad europea gana gracias al compromiso de la sociedad civil.
Georges Dassis, presidente del CESE