European Economic
and Social Committee
Bajo el cruel cielo de Bielorrusia
En diciembre, el CESE proyectó el largometraje Under the Grey Sky («Bajo el cielo gris») sobre unas periodistas bielorrusas que pagan un precio personal terriblemente alto por informar sobre las turbulencias políticas en su país
Under the Grey Sky, el primer largometraje de la directora polacobielorrusa Mara Tamkovich, narra la desgarradora historia de Lena, una periodista bielorrusa encarcelada por retransmitir en directo la represión gubernamental de una manifestación pacífica en la plaza de los Cambios de Minsk. La película nos transporta a 2020, cuando una ola de protestas sin precedentes sacude Bielorrusia tras la celebración de unas elecciones amañadas en las que Aleksandr Lukashenko resulta reelegido por sexta vez.
Lena y su cámara Olya son detenidas a raíz de seguir grabando las protestas incluso tras haber sido identificadas por un dron de la policía. En un primer momento a Lena se le imputa un delito de «organización de disturbios» y de «perturbación del transporte público», pero en un giro kafkiano de los acontecimientos estas acusaciones se transforman en un delito de alta traición. Lo que debía ser una condena de detención administrativa de siete días termina convirtiéndose en una pena de prisión de ocho años tras un juicio secreto, y a Olya por su parte se le imponen dos años de condena. Ilya, el marido de Lena, a su vez víctima del acoso policial del régimen, intenta a la desesperada sacar a su esposa de prisión; para ello, trata incluso de persuadirla para que admita su culpabilidad a cambio de su libertad, pero Lena se niega a aceptarlo.
La película se inspira en la historia real de los periodistas bielorrusos de Belsat TV Katsiaryna Andreyeva, su marido Ihar Iljash y su compañera Darya Chultsova. Darya ya ha cumplido su pena de dos años, pero Ihar y Katsiaryna siguen en prisión, esta última cumpliendo una pena prolongada de ocho años y tres meses. No son ni mucho menos los únicos, pues a finales de 2024 la Asociación de Periodistas de Bielorrusia cifraba en cuarenta y cinco el número de profesionales de los medios de comunicación que siguen encarcelados. Muchos otros siguen sufriendo presiones incluso tras haber huido al extranjero.
El estreno mundial del largometraje tuvo lugar en el festival de Tribeca de Nueva York en junio de 2024.
El 13 de diciembre, Under the Grey Sky se proyectó en el Comité Económico y Social Europeo (CESE), con la presencia de la Sra. Tamkovich y como parte de un seminario sobre el papel de los medios de comunicación independientes bielorrusos en el fomento de una sociedad resiliente y democratizadora.
CESE info ha charlado con la Sra. Tamkovich sobre la película:
¿Con qué precisión sigue la película los acontecimientos reales y el destino de Katsiaryna Andreyeva? ¿Ha utilizado secuencias reales de las protestas de 2020 y del caso de la Sra. Andreyeva?
En la película se han utilizado secuencias reales en varias ocasiones. La protesta que las periodistas retransmiten al principio de la película son imágenes reales de las grabaciones de las Sras. Andreyeva y Chultsova que hemos añadido a la interpretación de una escena. La detención de Raman Bandarenka que las protagonistas observan en su ordenador portátil también lo son (nota del autor: el activista Raman Bandarenka fue asesinado a golpes por matones enmascarados después de que intentara impedirles cortar cintas rojas y blancas, símbolos de la bandera de Bielorrusia antes de la ocupación soviética). Al final de la película presento en una especie de epílogo un montaje de las retransmisiones de Katsiaryna de las protestas.
El argumento principal refleja fielmente la realidad; por ejemplo, la detención y el procesamiento de las periodistas, así como las condenas que recibieron. No obstante, mi objetivo no era presentar con exactitud los acontecimientos, sino más bien poner de manifiesto la realidad de las emociones aparejadas a las dolorosas decisiones que la gente tuvo que tomar y afrontar. Los personajes tienen nombres diferentes para poner cierta distancia con las personas de la vida real en quienes se inspiraron, pero también para invitar al público a pensar que esta historia es una de tantas, como una metáfora de lo que había sacudido toda una nación.
¿Es consciente el público en general en Bielorrusia de lo ocurrido con la Sra. Andreyeva y otros periodistas como ella? ¿Sabe cuántas personas han sufrido el mismo destino o un destino similar al suyo?
La represión y las detenciones políticas están tan a la orden del día en Bielorrusia que es difícil ignorar la situación. Al menos 130 000 personas han sufrido diferentes formas de represión, y alrededor de 500 000 han abandonado el país desde 2020. Es sencillamente un problema demasiado grande como para poder ocultarlo.
El recuento oficial de presos políticos (a quienes se les ha imputado la comisión de delitos o condenado por ello) en Bielorrusia se ha mantenido estable durante los últimos años en torno a unas 1 300 personas, pero hay que entender que otros cientos de personas, si no miles, ya han cumplido su condena, a algunos se les ha concedido la libertad anticipada y muchos de los recién condenados temen reclamar la condición de presos políticos. Se trata de una cadena de represión en constante movimiento, con nuevos presos que sustituyen a los que son puestos en libertad.
¿Cuál fue la principal motivación que le llevó a dirigir esta película? ¿Qué espera lograr con ella?
Como bielorrusa, sentí la necesidad de hacer algo cuando el régimen bielorruso reprimió brutalmente la protesta de 2020. Como antigua periodista, pude muy fácilmente ponerme en la piel de mis personajes. Como cineasta, vi una historia muy fuerte y emocionante que debía contar.
¿Cuál espera que sea la principal conclusión o emoción que se lleve el espectador después de ver su película?
Espero de verdad que la gente se pare a reflexionar al menos sobre el verdadero significado de la libertad, su coste y si realmente aprecian lo que tienen. Espero sinceramente que piensen en Kacia e Ihar y en todas las personas encarceladas, ya que la libertad es algo que muchas personas aquí en Europa dan por sentado.
¿Qué deberían hacer la UE, sus instituciones, la sociedad civil, las asociaciones de periodistas y de derechos humanos y los gobiernos nacionales para ayudar?
Ruego a la UE que no se olvide de Bielorrusia y no la dé por perdida. El apoyo de la UE es lo que permite a nuestra cultura, nuestros medios de comunicación y la sociedad civil sobrevivir bajo esta presión tremenda y, aunque dé la sensación de tratarse de una inversión a largo plazo, merecerá la pena.