por el Grupo de Trabajadores del CESE

El discurso sobre el estado de la Unión de 2021 adolece de ciertas deficiencias en cuanto a su ambición y claridad, a pesar de señalar prácticamente todos los retos clave a los que se enfrenta Europa.

Las reformas estructurales son sin duda importantes, pero el plan de recuperación y reconstrucción, propuesto por el documento de posición del Grupo de Trabajadores y la contribución del CESE al programa de trabajo de la Comisión para 2022, debería centrarse en luchar contra la desigualdad y la pobreza y recuperar los empleos perdidos, prestando especial atención a los grupos vulnerables y al aumento de la pobreza de los ocupados.

El discurso no abordó el desarrollo de la ejecución del Plan de Acción del Pilar de Derechos Sociales ni el refuerzo de la protección de los trabajadores de plataformas digitales. La exigua referencia a la justicia social y la equidad se refleja en la declaración de intenciones, cuyas propuestas apenas van más allá de la aplicación de los acuerdos de fiscalidad de la OCDE.

Acogemos favorablemente dichos acuerdos, pero la Unión Europea debería ejercer el liderazgo en esta cuestión. Huelga decir que algunos Estados miembros intentarán resistirse a ponerle coto a la elusión fiscal, pero nada se logrará sin valentía política por parte del ejecutivo.

El anuncio de la prohibición del trabajo forzado es encomiable. Esto debe vincularse a la diligencia debida y a la garantía de los derechos humanos en todo el mundo, y deben presentarse propuestas adicionales para acabar con el trabajo precario y las prácticas no remuneradas. Las medidas contra el cambio climático son urgentes, pero también lo son las medidas sociales que deben acompañarlas: a menos que queramos chalecos amarillos en toda la UE, debe abordarse con decisión la pobreza energética y las actuaciones en este sentido deben ser eficaces y suficientes en cuanto a recursos y acción normativa.

Queda un largo camino por recorrer y no podemos descansar mientras millones de europeos tengan problemas para poner la calefacción, los sistemas de negociación colectiva se menoscaben, algunas grandes empresas evadan impuestos o los combustibles fósiles se sigan subvencionado. No podemos descansar cuando más de la mitad del planeta sigue sin vacunarse. Nuestro principio rector debe ser la solidaridad a fin de garantizar un futuro más justo para todos. (pr)