por el Grupo de Trabajadores del CESE

Mientras los europeos se van recuperando de las vacaciones navideñas, una ola de contagios por COVID arrasa el continente: la nueva variante ómicron ha causado un aumento exponencial de las infecciones en todo el mundo. Sin embargo, gracias a la inmunidad acumulada y a las vacunaciones precedentes, así como a la evolución natural del virus hacia variantes menos letales y agresivas, estas cifras sumamente elevadas han ido acompañadas de una menor proporción de enfermedades graves, hospitalizaciones y fallecimientos.

No obstante, nuestros sistemas sanitarios están una vez más sobrecargados. Y así como las tasas de vacunación son en general muy elevadas en los países ricos, no ocurre lo mismo en muchas partes del mundo cuyos sistemas sanitarios, además, están menos preparados. La pandemia sigue cobrándose vidas en todo el mundo y afecta especialmente a los países en desarrollo, donde el virus sigue mutando a un ritmo alarmante. En ocasiones estas mutaciones evolucionan hacia variantes más leves, como la variante ómicron, pero no siempre es así.

Para vencer por completo a esta pandemia hemos de redoblar los esfuerzos en lo tocante a las vacunas. Las vacunas se han desarrollado gracias a notables avances científicos y médicos, con ayuda de inversiones públicas cifradas en miles de millones: por lo tanto deben seguir siendo un bien público y su distribución debe estar bajo el control de las instituciones democráticas. Es necesario que las patentes de las vacunas contra la COVID-19 y las tecnologías y productos sanitarios en general sean objeto de una exención temporal en el marco del Acuerdo sobre los ADPIC de la Organización Mundial del Comercio (OMC). La exención en el marco de los ADPIC fue propuesta por la India y Sudáfrica hace un año con el fin de garantizar que, durante la pandemia, los derechos de propiedad intelectual no pudieran convertirse en un obstáculo para el desarrollo y el acceso urgente, universal y asequible a los productos sanitarios para luchar contra la COVID-19, incluidas las vacunas necesarias. Dentro de la OMC, más de cien países respaldan la exención, pero la Unión Europea figura entre los miembros de la OMC que aún tienen que dar su apoyo a la propuesta de exención de los derechos de propiedad intelectual relacionados con la COVID-19 en virtud del Acuerdo sobre los ADPIC, incluidas las vacunas contra la COVID-19.

Si no se acuerda urgentemente una exención de las patentes, la consecuencia es que unas pocas grandes empresas farmacéuticas tendrán la capacidad de impedir que otros fabricantes produzcan vacunas contra la COVID-19, lo que frenaría los esfuerzos de la UE por intensificar la producción interna, así como la fabricación de vacunas en los países en desarrollo de todo el planeta. Además, al prolongarse la pandemia, se pondrá en peligro la recuperación económica de la UE y del mundo entero. Como demuestra la nueva ola que se ha producido durante las vacaciones navideñas, el final de la pandemia transformada en enfermedad endémica podría estar no muy lejano, pero aún queda un largo camino por delante, y este proceso llevará mucho más tiempo y costará muchas más vidas a escala mundial si una gran parte de la población sigue sin tener acceso a las vacunas. (prp)