La sostenibilidad alimentaria

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La alimentación ocupa un lugar central en nuestras vidas y forma parte integrante de la cultura europea. Sin embargo, los alimentos que consumimos, la forma en que los producimos y las cantidades despilfarradas tienen importantes repercusiones en la salud humana, los recursos naturales y la sociedad en su conjunto:

  • Los ciudadanos —y los niños en particular— padecen cada vez más sobrepeso y obesidad debido a dietas poco saludables.
  • Los agricultores y los trabajadores no obtienen un precio justo por sus productos.
  • Un tercio de los alimentos se pierden o se desperdician a lo largo de la cadena alimentaria.
  • El medio ambiente está pagando la factura con las graves repercusiones de la producción y el consumo de alimentos sobre el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, la contaminación del aire y del agua, la degradación del suelo, etc.

La crisis de la COVID-19 es una llamada de atención para el cambio. Ha demostrado que la llegada de alimentos «de la granja a la mesa» no es un hecho que pueda darse por sentado y ha puesto de manifiesto la interconexión de agentes y actividades en todo el sistema alimentario. Se necesitan más que nunca cadenas de suministro justas, eficientes con los recursos, inclusivas y sostenibles en todo el sector agrícola y alimentario para que los ciudadanos, los agricultores, los trabajadores y las empresas se beneficien por igual.

El CESE lleva años liderando la defensa de una política alimentaria sostenible e integral. Este enfoque integrado y sistémico es esencial para hacer frente a los retos múltiples e interconectados que afectan a los sistemas alimentarios; para lograr la sostenibilidad económica, medioambiental y sociocultural; para garantizar la integración y la coherencia en todos los ámbitos políticos (como la agricultura, el medio ambiente, la salud, la educación, el comercio, la economía, la tecnología, etc.); así como para promover la cooperación en todos los niveles de gobernanza.