Pierre Jean Coulon: «Convirtámonos en protagonistas de nuestro entorno energético»

El autoconsumo, ya sea individual o colectivo, es actualmente una de las pocas respuestas, si no la única, a una serie de problemas relacionados con la energía: la ecologización de la producción a partir de fuentes de energía renovables eólicas, solares e incluso hidráulicas, la lacra de la pobreza energética, que afecta a más de ochenta millones de europeos, etc. Tanto el GIECC como la Agencia Internacional de la Energía abogan periódicamente por desplegar de forma masiva todas las tecnologías hipocarbónicas disponibles, en especial las energías renovables. Estas energías tienen un carácter intrínsecamente local: están vinculadas a su ubicación geográfica y pueden instalarse cerca de los lugares de consumo. Su desarrollo está haciendo resurgir el autoconsumo eléctrico, es decir, el consumo directo de la energía producida localmente.

De hecho, desde hace algunos años las legislaciones europeas —sobre todo las nacionales, en particular en algunos Estados miembros— apoyan el desarrollo del autoconsumo, ya sea de forma individual, por ejemplo mediante paneles fotovoltaicos instalados en los tejados de los edificios, o colectiva, como los parques fotovoltaicos o eólicos instalados por comunidades energéticas, agrupaciones locales, cooperativas, etc.

Además, en su Dictamen el CESE pide que toda la ciudadanía sea el eje de estos proyectos y que tanto las autoridades públicas como los entes locales y regionales incentiven a los promotores de los proyectos.

De este modo, el uso común y el ajuste de los precios como factor de solidaridad permitirán aportar soluciones prácticas ante la pobreza energética que sufren muchos hogares principalmente como consecuencia de los elevados precios. Con esta idea en mente, es preciso impulsar las iniciativas sin ánimo de lucro.

Para favorecer una gestión lo más eficaz posible de estos procesos, conviene generalizar en toda la Unión Europea la instalación de contadores inteligentes, algo que debe hacerse sin presiones ni impuestos, con pedagogía, para que los consumidores asuman plenamente la responsabilidad del uso óptimo de sus datos.
De esta manera, la ciudadanía se convertirá en verdadera protagonista de su entorno energético.