El Comité Económico y Social Europeo (CESE) acogió a Sebastian Reimer y Michael Laubsch, dos de los promotores de la Iniciativa Ciudadana Europea «Detener el extremismo», que ha recogido aproximadamente 1,6 millones de firmas y debe ser validada por los Estados miembros.

El presidente del CESE, Luca Jahier, formuló unas palabras de introducción con las que reafirmó el compromiso continuo del CESE para mejorar este instrumento, facilitando su uso y garantizando que tenga una incidencia real —un compromiso plasmado de forma muy concreta en el Día de la Iniciativa Ciudadana Europea (ICE) celebrado anualmente (véase el artículo más abajo). Finalmente, estos afanes están dando fruto.

Michael Laubsch afirmó que la intención de los iniciadores de la ECI «Detener el extremismo» era sacar a la gente de su «hastío de la UE» y tender lazos entre las políticas europeas, las instituciones de la UE y los ciudadanos para debatir cómo combatir el extremismo. «El odio empieza a perturbar nuestra sociedad. Nuestros derechos fundamentales necesitan un apoyo renovado, especialmente por parte de los ciudadanos.

«No llega con contrarrestar el extremismo, debemos impedir su aparición. Esto empieza en las escuelas, capacitando a los jóvenes para resistir al discurso extremista, especialmente en las redes sociales. Asimismo, debemos solventar los problemas socioeconómicos que dan lugar a la exclusión y la alienación», señaló Oliver Röpke, presidente del Grupo de Trabajadores del CESE.

Gonçalo Lobo Xavier, del Grupo de Empresarios, adoptó una línea similar: «Hemos de proteger el modelo europeo. La libertad es un derecho inalienable, un derecho que defendemos con entusiasmo. No se trata solo de imponer leyes, sino que debemos respetar las preferencias y la libertad de cada uno en el marco de nuestros derechos y valores fundamentales».

Por último, Cillian Lohan (Grupo Diversidad Europa) afirmó: «Es importante examinar las causas del extremismo y del alza del populismo en la UE. La realidad de la gente dista bastante de la visión de las personas en el poder, lo que crea una desconexión total entre los dirigentes y gobiernos y los ciudadanos de a pie». (sma)