La sociedad civil europea pide un compromiso político para lograr la igualdad de trato entre hombres y mujeres

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Brussels , 21/05/2019 commande eesc : Eastern Neighbours follow-up committee meeting Credit : Frederic Sierakowski / Isopix

A pesar de los avances que se han registrado en general en materia de igualdad entre hombres y mujeres, a este ritmo se necesitará más de un siglo para que las mujeres alcancen la igualdad con los hombres en Europa, afirma el CESE.

El Comité Económico y Social Europeo (CESE) ha instado a la Unión Europea y a sus Estados miembros a que otorguen prioridad en su agenda política a la igualdad entre mujeres y hombres, ante la preocupación de que los recientes ataques a los derechos de las mujeres en Europa puedan poner seriamente en peligro los progresos hacia una igualdad entre ambos sexos.

Estamos asistiendo en esta década a una reacción violenta, visible y organizada frente a la igualdad de género y los derechos humanos. En muchos ámbitos, como el nivel salarial, las pensiones y las oportunidades de empleo, los avances en favor de la igualdad o se han estancado o se han invertido, declaró Indrė Vareikytė, ponente del Dictamen del CESE sobre las cuestiones de igualdad de género, aprobado por una abrumadora mayoría en el pleno del Comité del mes de mayo.

Los estereotipos de género están presentes en todos los aspectos de la vida. Si no cambian las actitudes, las hijas de las futuras generaciones tendrán menos derechos que nosotras, las mujeres de hoy, advirtió la Sra. Vareikytė.

En el Dictamen de iniciativa de la Sra. Vareikytė, el CESE pide a la UE que redoble sus esfuerzos y que haga de la igualdad un objetivo por sí mismo en sus futuros marcos financieros. También se persigue una estrategia quinquenal ambiciosa y vinculante que haga necesarios todos los esfuerzos posibles por parte de los gobiernos, las instituciones de la UE, la sociedad civil y el sector privado para abordar eficazmente los aspectos de la igualdad de género en su totalidad.

Para contrarrestar las sombrías estadísticas que muestran que el hogar es el lugar menos seguro para una de cada tres mujeres en la UE, el CESE ha instado a todos los Estados miembros que no han ratificado todavía el Convenio de Estambul —un tratado internacional ideado para combatir la violencia contra las mujeres— a que «reconsideren su posición».

Lamentando profundamente la aprobación por toda Europa de una serie de leyes y políticas regresivas que pretenden poner freno a los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, el CESE ha exigido que se emprendan acciones enérgicas contra la legislación de esta índole y ha propuesto la creación de un fondo jurídico de emergencia en el ámbito de la UE para ayudar a las ONG a impugnar dichas leyes en los tribunales.

El CESE también ha solicitado a la Comisión que añada el acoso en línea y el acoso a las mujeres a la definición de delito de incitación al odio. Según datos de todo el mundo, una de cada cinco jóvenes ha sufrido acoso cibernético. Las mujeres que se dedican a la política también suelen ser víctimas de estos ataques, ya que nada menos que el 85 % de ellas sufre acoso en línea o incluso recibe amenazas de muerte.

Una de las principales prioridades de esta estrategia quinquenal debería ser la aplicación de medidas eficaces para hacer frente a las persistentes desigualdades entre hombres y mujeres en el mercado laboral, en el que las mujeres europeas siguen enfrentándose a la segregación y a las diferencias salariales en función del sexo, que por sí solas supondrán un coste en el PIB de la UE en torno a los 240 000 millones de euros de aquí a 2030.

Europa debería afrontar también la falta de flexibilidad en el trabajo y las insuficientes infraestructuras en materia de cuidados, que obligan a las mujeres a trabajar a tiempo parcial y ganar menos. Otro problema lo constituye una educación que presenta estereotipos de género, ya que en todos los Estados miembros los hombres superan en número a las mujeres en los estudios de ciencias, tecnologías, ingenierías, matemáticas y de las TIC. Una consecuencia concreta de ello es que solo dos de cada diez puestos de trabajo en el sector de las TIC están ocupados por mujeres.

Esa falta de capacitación económica, combinada con unas normas, estereotipos y actitudes de género prevalentes, sigue obstaculizando la representación equitativa de la mujer en los órganos de toma de decisiones políticas y económicas.

En opinión del CESE, las instituciones de la UE deberían dar ejemplo y garantizar la igualdad de representación en sus propias filas y, por lo tanto, ha pedido al Consejo que revise sus directrices sobre el nombramiento de los miembros del CESE recomendando a los Estados miembros que tengan en cuenta la paridad de género en el momento de su selección.

Aunque las mujeres han venido ocupando numerosos altos cargos desde el nombramiento de la nueva Mesa del CESE en abril de 2018, estas solo representan actualmente el 30 % de los miembros del CESE, y el Comité ha afirmado en su Dictamen que se esforzará por garantizar la igualdad de género en todas sus actuaciones.

El CESE también subraya el papel esencial que, aunque a menudo se pasa por alto, desempeñan los medios de comunicación a la hora de fomentar la igualdad entre hombres y mujeres, y afirma que es de vital importancia empezar a reconocer las consecuencias de los estereotipos de género que generan tanto los contenidos de los medios como una mercadotecnia destinada a la infancia que reproduce dichos estereotipos.

Todos esos esfuerzos deberían encaminarse a cumplir el Objetivo de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas en materia de igualdad de género de aquí a 2030. El CESE considera que estos esfuerzos constituyen la mejor respuesta colectiva no solo para luchar contra los movimientos populistas discriminatorios y misóginos que han surgido por toda Europa, sino también como un medio para lograr una sociedad justa y equitativa.

Según las encuestas, alrededor del 90 % de los europeos cree que la igualdad de género reviste la máxima importancia tanto para una sociedad democrática como para la economía y para sí mismos a título personal.

Es un imperativo económico y social deparar a las mujeres y los hombres el mismo trato. Esta constante incapacidad nuestra para garantizar la igualdad está afectando a las oportunidades y las opciones que afrontan en sus vidas las mujeres reales en su lucha cotidiana. Por ejemplo, el objetivo de eliminar las diferencias salariales se introdujo ya hace sesenta años en el Tratado de Roma y aquí estamos, todavía, hablando de cómo resolverlas, avisó la Sra. Vareikytė.

Si no hacemos nada, las desigualdades por cuestiones de género seguirán frenando el crecimiento económico sostenido, la innovación y los avances sociales. Nada me complacería más que no tener que esperar cien años para que las mujeres disfruten de igualdad frente a los hombres en Europa, concluyó la Sra. Vareikytė.

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